DURANGO-SILVERTON RAILWAY.


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DURANGO.-


El viaje desde Denver, capital del estado de Colorado, hasta Durango en el condado de la plata supone algo mas de 500 Km. de buena carretera aunque con bastantes curvas en la segunda mitad cuando la ruta cruza a través de la larga cadena montañosa de la reserva de Rio Grande cerca de Alamosa.

Durango es una pequeña ciudad a 1.985 metros de altitud y de algo menos de 20.000 habitantes. Con un fuerte pasado hispano se encuentra situada al sur del estado y a unos 100 Km. del emblemático FOUR CORNERS, punto geodésico dentro del desierto de la reserva india de los indios Navajo, punto donde coinciden conformando exactamente cuatro ángulos rectos los límites de los estados de Utah, Colorado, Nuevo Mexico y Arizona.

La entrada a la población se hace por la calle del Rio (literal), donde comienza la población dejando la estación ferroviaria a la derecha.

Se puede decir que el ff.cc. Durango-Silverton fue sin duda la joya de la corona ferroviaria de todo lo visitado en aquel viaje, ya que cualquier expectativa que uno pudiera llevar en mente quedó empequeñecida por completo, empezando cuando a las 5 de la madrugada y desde la paz del hotel, comenzaron a escucharse los silbatos de las Baldwin mikado de montaña que aún en la oscuridad previa al amanecer ya iban resoplando en la playa de vías haciendo agua y carbón, levantando presión o preparando los convoyes para los trayectos del día.

El actual ff.cc. es solo una parte de la otrora larga línea minera de Denver a Rio Grande y que fue clausurada en su día, aunque afortunadamente varias asociaciones públicas y/o privadas recuperaron algunos de sus tramos formando varias compañías diferentes y aisladas entre sí, siendo ésta la más larga y también sin duda la más espectacular. En cualquier caso fue la única que pudo visitarse ya que el tiempo no daba para mas, por lo que desde luego dimos en la diana.

En la línea férrea entre Durango y el antiguo asentamiento minero de Silverton situado en el interior de la cordillera a unos 2.900 metros de altitud, operan cuatro convoyes diarios en una línea de 45 millas (72 Km) y con un ancho de vía de una yarda, ó 914 m/m (el mismo que tiene nuestro ff.cc. de Soller), con dos trenes de subida y sus correspondientes de bajada, pudiendo el pasajero hacer uno de los de los trayectos en el tren y el otro en bus, o bien ambos en tren, sin duda lo más recomendable para los buenos aficionados.







El viaje dura casi 4 horas de ida y algo menos en el regreso, trayectos donde la locomotora, según nos comentaba el simpático maquinista, consume cuatro toneladas de carbón, tres en la dura subida para salvar un desnivel de 852 metros, y otros 1.000 Kg en el recorrido de bajada, y todo ello paleado por un joven y bien fornido fogonero al que también pudimos saludar.

El paisaje es de auténtico infarto por los cortados, puentes, herraduras y la vista del rio Ánimas en el fondo de un profundo cañón, una auténtica visión del más real y genuino salvaje Oeste, mientras se escucha el potente resoplar de los escapes de la Baldwin junto a su grave silbato retumbando en las paredes de los acantilados.

Este ferrocarril funciona durante todo el año, quizás con excepción de algunas fechas durante el duro invierno continental, y que en esas latitudes puede llegar a ser realmente crudo, operando entonces el llamado Polar Express donde emplean Baldwins con quitanieves frontal.

Para viajar se deben reservar las plazas con bastante antelación especialmente en la época estival y, según gustos o presupuestos se puede elegir entre varios tipos de coches descubiertos, cerrados, góndolas, de primera, segunda, etc.

Es ésta una compañía que se lo hace prácticamente todo, disponiendo de bateadoras, trenes de obras, algunas locomotoras diesel accesorias y demás unidades para asegurar un buen mantenimiento. Todas las traviesas son de roble americano, e igual que en otros ferrocarriles visitados, incluso algunos modernos, no usan tirafondos sino clavos para sujetar los carriles a las traviesas.

Una de las visiones más impactantes es cuando en el cortado de una de las herraduras el maquinista abre las purgas de fondo de la caldera para limpiar los restos de cal o sales minerales, eyectando al abismo y con gran estruendo un enorme chorro de vapor lateral.

La empresa dispone de muchos coches de viajeros además de otros de carga procedentes de la antigua línea RIO GRANDE, además de varias locomotoras diesel para efectuar trabajos de mantenimiento, aunque los viajes son siempre hechos por las de vapor.

Todo el personal es extremadamente atento y servicial, y en la estación de Durango se dispone de una excelente tienda para recuerdos. Lo dicho, solo esta visita ya vale la pena todo el viaje.

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