El viaje dura casi 4 horas de ida y algo menos en el regreso, trayectos donde la locomotora, según nos comentaba el simpático maquinista, consume cuatro toneladas de carbón, tres en la dura subida para salvar un desnivel de 852 metros, y otros 1.000 Kg en el recorrido de bajada, y todo ello paleado por un joven y bien fornido fogonero al que también pudimos saludar.
El paisaje es de auténtico infarto por los cortados, puentes, herraduras y la vista del rio Ánimas en el fondo de un profundo cañón, una auténtica visión del más real y genuino salvaje Oeste, mientras se escucha el potente resoplar de los escapes de la Baldwin junto a su grave silbato retumbando en las paredes de los acantilados.
Este ferrocarril funciona durante todo el año, quizás con excepción de algunas fechas durante el duro invierno continental, y que en esas latitudes puede llegar a ser realmente crudo, operando entonces el llamado Polar Express donde emplean Baldwins con quitanieves frontal.
Para viajar se deben reservar las plazas con bastante antelación especialmente en la época estival y, según gustos o presupuestos se puede elegir entre varios tipos de coches descubiertos, cerrados, góndolas, de primera, segunda, etc.
Es ésta una compañía que se lo hace prácticamente todo, disponiendo de bateadoras, trenes de obras, algunas locomotoras diesel accesorias y demás unidades para asegurar un buen mantenimiento. Todas las traviesas son de roble americano, e igual que en otros ferrocarriles visitados, incluso algunos modernos, no usan tirafondos sino clavos para sujetar los carriles a las traviesas.
Una de las visiones más impactantes es cuando en el cortado de una de las herraduras el maquinista abre las purgas de fondo de la caldera para limpiar los restos de cal o sales minerales, eyectando al abismo y con gran estruendo un enorme chorro de vapor lateral.
La empresa dispone de muchos coches de viajeros además de otros de carga procedentes de la antigua línea RIO GRANDE, además de varias locomotoras diesel para efectuar trabajos de mantenimiento, aunque los viajes son siempre hechos por las de vapor.
Todo el personal es extremadamente atento y servicial, y en la estación de Durango se dispone de una excelente tienda para recuerdos. Lo dicho, solo esta visita ya vale la pena todo el viaje.