En el verano del año 2.000, varios socios del Club
nos desplazamos hasta la bella localidad de Azpeitia en Guipúzcoa.
Allí coincidimos con un reducido grupo de aficionados dispuestos
a vivir durante varios días una experiencia muy especial, como
la de poder conducir las locomotoras de vapor del museo Vasco por la línea
del valle del Urola.
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Fueron unas intensas jornadas donde, después de repasar la teoría
en aquella magnífica y bien equipada biblioteca, pasamos a la esperada
práctica.
Cada mañana los primeros trabajos consistían en preparar
y limpiar las máquinas, vaciando la caja de humos, confeccionando
nuevas mechas para los engrasadores y rellenando el aceite consumido.
Después de cargar de carbón el tender, con pala y cesto
como debe ser, comenzábamos finalmente la operación de levantar
presión en la caldera.
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