El ferrocarril de Soller dispuso en sus comienzos de varias locomotoras de
vapor, entre ellas cuatro excelentes 1-3-1 tanque fabricadas por la Maquinista
terrestre y Marítima de Barcelona, y que no obstante sus excelentes resultados
fueron pronto substituidas y vendidas a los Ferrocarriles de Mallorca donde
funcionaron muchos años mas.
Las nuevas unidades fueron los actuales cuatro automotores Siemens de tracción
eléctrica que mejoraron el servicio y evitaron la molestia de los humos
y chispas en los largos túneles de la línea.
En la década de los años 60 el ferrocarril sufrió una
serie de mermas de fluido eléctrico por parte de la compañía
suministradora, provocando grandes inconvenientes de tracción en sus
unidades motoras.
La Dirección consideró entonces la compra de una locomotora de
propulsión diesel hidráulica que sirviera de auxilio para suplir
los mencionados problemas de tracción.
No obstante, no le fue sencillo a la Compañía encontrar un constructor
nacional que en aquella época se comprometiera a la fabricación
de una única unidad de 31 toneladas, 500 H.P. de potencia y en la poco
usual galga de una Yarda (914 m/m).
Finalmente fue la modesta empresa Madrileña Ferrotrade quien acepto
un encargo de éstas características, entregando la unidad en el
puerto de Palma en el año 1968.
La Ferrotrade funciono de modo regular durante relativamente poco tiempo al
solucionarse finalmente los problemas de suministro a la catenaria, prestando
después servicios accesorios y ocasionales hasta su total parada operativa.